martes, 9 de diciembre de 2008


Homenaje a Yupanqui en el Instituto de Musicología Carlos Vega

Carlos Vega grabando en Cruz del Eje, Córdoba, 1944


El último sábado 6 de diciembre, distintos artistas le realizaron un homenaje a Atahualpa Yupanqui, como cierre del ciclo "Yo tengo tantos hermanos". Y tuvo lugar nada menos que en el Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega, sito en México 564. Participaron, entre otros, Suma Paz, Carlos Martinez, Tomás Lipán y el Ballet Folklórico Nacional.

El ciclo “Yo tengo tantos hermanos” llevado a cabo por la Secretaría de Cultura de la Nación y que conmemora los 100 años del nacimiento de Atahualpa, también pasó por Cañuelas. Gracias a las gestiones del actual presidente de nuestra institución Julio Herrera, los cañuelenses disfrutaron, en primer lugar, la presencia de Roberto Chavero, hijo de Atahualpa, y en noviembre pasado la del guitarrista Carlos Martinez, que tocó y disertó sobre la música y la guitarra de Yupanqui. Herrera trabaja en la Secretaría de Cultura de la Nación y desde hace tiempo dentro del marco de Café Cultura trae a diferentes personalidades a bares de Cañuelas y otros lugares del Partido.

Tomando esta punta de actualidad, y teniendo en cuenta que el legado yupanquiano traspasa largamente el año de homenajes, vemos una oportunidad para hablar de las relaciones entre estos dos grandes hombres del folklore, y del respeto que principalmente profesaba el uno por el otro, en este caso Yupanqui por Vega (1).

Aunque no contamos con datos precisos, el primer encuentro tal vez haya sido hacia finales de la década del 20, en Capital Federal, ya que los dos habrían tomado clases y recibido los consejos del guitarrista Domingo Prat (2). Las primeras incursiones de Atahualpa Yupanqui a la capital datan de 1924, las de Vega, siendo diez años mayor, son anteriores, aunque se instala recién a finales de los 20. Ambos, también solían frecuentar a otro maestro, del que siempre se acordarán: Ricardo Rojas.

Pero de lo que no tenemos dudas, por la referencia en varias biografías, es de los cruces que tuvieron en el interior del país. En el "Canto del viento", libro capital para asomarse al legado yupanquiano, el cantor vuelca: “Queríamos conocer nuestra Argentina, metro a metro, cantar junto a los arroyos, dormir en las grutas o bajo los árboles, andar, sin otro propósito que conocer, cantar, bailar una zamba, conquistar un amigo, enjoyar de paisajes la nostalgia para que nada nos pareciera demasiado triste…Ansiábamos resucitar el gaucho que los abuelos depositaron en nuestra sangre, queríamos atesorar el Canto del Viento…merecer la honra de haber nacidos sudamericanos...” debajo la trascripción de este
párrafo, Norberto Galasso, en su libro sobre Yupanqui “El canto de la patria profunda”, agrega: “En esas andanzas traba relación con el musicólogo Carlos Vega, entregado a recopilar cantos y bailes de la tierra” (3).

Corrían finales de los años 30 y principios de los 40. Nuestra Biblioteca atesora más de 30 fotografías de estos viajes de Vega (Córdoba, San Juan, La Rioja, Santiago del Estero, San Luis, Entre Ríos, Corrientes, Neuquén, Catamarca, Salta y también Paraguay ). La zona trabajada por Atahualpa en esos años era Tucumán, Catamarca, La Rioja, Salta y Jujuy.

Pero ¿qué hay de las ideas sobre música de Vega, en ocasiones tan polémicas?, habría acuerdo? Merece un estudio de mayor profundidad. No obstante, en un reciente libro sobre la poesía de Yupanqui de Eliana E. Abdala (4), podemos tener una aproximación. Allí se cita una obra clave del musicólogo, “La ciencia del folklore”: “ningún hecho es folklórico en sí mismo sino que deviene en tal luego de un proceso”, Vega separa lo “folklórico” de lo “popular”, no son sinónimos. Luego observa y concluye que las clases populares más humildes y numerosas imitan a las superiores, modifican y recrean el bien que toman y con el tiempo lo folklorizan (5), (citamos a Abdala). Es decir que, por ejemplo, la mayoría de nuestras danzas populares provienen de los salones virreinales que España trajo a América. Según Abdala, Yupanqui, luego de haber observado el fenómeno, habría acordado. Y tenemos que pensar además en sus posteriores viajes a Europa y su matrimonio con Nenette, pianista de música clásica y dupla compositiva.

Más allá de todo lo dicho, Atahualpa Yupanqui deja esclarecida su admiración por Vega en la composición de un Réquiem luego de su muerte en 1966. De esta manera queda hermanada la erudición, con un cancionero que ya es acervo popular de todo un pueblo.


Segundo homenaje: Guillermo Etchebehere

No podíamos dejar de citarlo. Por si nos fuera poco, Atahualpa Yupanqui versiona tres poemas (6) del autor nacido en Cañuelas, Guillermo Etchebehere. Aquí no tenemos la certeza de que hayan trabado relación. Sin embargo sí sabemos, que estos dos poetas de la generación del 40, estuvieron en su juventud muy cerca ideológicamente, ambos acompa- ñaron el transito del Partido Comunista en el país (Yupanqui más que Etchebehere), y ambos se declararon “antifascistas” convencidos ante los conflictos de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra. Y la lectura, por esa razón, de autores comunes, como Romain Rolland, que aparece varias veces citado por Yupanqui y que da nombre al grupo de intelectua- les “Lilulí”(7), a través del cual Etchebehere publica su segundo libro.


NOTAS
(1) Buscando alusiones de Vega a Atahualpa Yupanqui, en “Las danzas populares argentinas” (1952), uno de sus libros más reeditados, en los párrafos dedicados a El Carnavalito leemos: “Esta danza se conoce en Buenos Aires desde hace poco tiempo ( ) su primera ‘puesta en escena’, con adecuados trajes y propias figuras, se debe al conocido artista Atahualpa Chavero Yupanqui. Fue el número final de 'La fiesta de Indoamérica' ( ) y se estrenó el 9 de octubre de 1943 en el Teatro 'Presidente de Alvear'. (El mismo Yupanqui lo había puesto antes, el 6 de junio de 1941, con motivo de 'La Semana de Córdoba', en el Teatro Rivera Indarte de dicha ciudad y lo realizaron varios jóvenes cordobeses y jujeños. Pocas veces más se ha ejecutado en provincias)”.
(2) Oscar Ismael González para El Ciudadano Cañuelense, 11/02/2006. En la Biblioteca se pueden consultar y fotocopiar, varios recortes instructivos sobre Vega de medios locales. En el año que pasa hubo una demanda por parte de las escuelas de este material, y nuestra biblioteca fue una de las principales fuentes. También se pueden leer, con permiso del personal, las ediciones más nuevas de los libros de Vega, (próximamente subiremos la lista completa).
(3) “Atahualpa Yupanqui, el canto de la patria profunda”, Norberto Galasso, Ediciones del Pensamiento Nacional, 2005, 1º ed. 2º reimp.
(4) “La poesía de Atahualpa Yupanqui,…guitarra dímelo tú…”, Eliana E. Abdala, Ediciones Corregidor, 2007.
(5) No quiere decir que no pueda ocurrir a la inversa: que un bien material o espiritual, por ejemplo indígena, “ascienda” de las clases populares a las superiores. Vega propone un círculo virtuoso. Sin embargo, según sus investigaciones, el gran movimiento ocurriría de este modo.
(6) Los poemas -propiamente décimas- son “La mano de mi rumor”, “Memoria para el olvido” y “La gente con su esperanza”, del último libro de Etchebehere “La lumbre permanente” (1956). Yupanqui hace de estos versos dos milongas, incluidas en su disco “El canto del viento” (1980).
(7) Nombre de una obra de Romain Rolland, donde justamente se habla de la guerra, de modo irónico pero también dramático.

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