jueves, 19 de marzo de 2009


Semana de la Poesía, manden sus escritos. (Y exposición de viejos)


Están llegando los poemas de esta antología, algo desordenada y heterogénea, que vamos armando. Desde los doce años a los setenta, el amor y la protesta conviven en nuestros poetas que esta semana compartieron lugar con los clásicos, empapelando una pared.

A su vez la gente tuvo al alcance un pequeño museo y una selección de obras para llevarse. Entre las antigüedades nombramos: dos primeras ediciones de Pablo Neruda, Estravagario (1958) por Losada y Los versos del capitán (1958) también por Losada, que en las primeras tiradas el autor publicó como Anónimo (ver foto abajo); tres primeras ediciones de Jorge L. Borges, El oro de los tigres (1972), La moneda de hierro (1976) e Historia de la noche (1977), todas por Emecé e ilustradas por importantes artistas como Berni, y de Borges también la primera edición de su ensayo sobre el poeta Evaristo Carriego (1930), por M. Gleizer editor; la edición primera de los poemas Tala de Gabriela Mistral, por editorial Sur; de Dante Alighieri El Infierno (1935) por M. Gleizer, la traducción completa de la Divina Comedia por Bartolomé Mitre y otra edición española de la obra de 1921 con láminas de Gustavo Doré; las Poesías Completas de Almafuerte en un ejemplar de 1955 con prólogo de Álvaro Yunque; algunas de las super económicas publicaciones de poesía que hacía la Editorial Claridad (valor, 20 ctvos.) en la década del 20 (aunque más duraderas que muchas de las de ahora); y no podían faltar los locales y universales Carlos Vega y Guillermo Etchebehere, y sus únicas primeras ediciones. Siempre en Poesía. Creemos haber dejado en claro que fue nuestro tema.

Y sigan mandando sus poemas que alargamos la fecha unos días, Penélope teje y desteje y nos espera en Ítaca.

Como adelanto, uno de los trabajos que llegó, País de los sueños de Cariol.


País de los sueños

Rocío bautismal que en rito lento
la noche de primavera mojas
bajo la sorda advocación del viento
que susurra entre las flores y las hojas
balbuceando encantamientos
muy antiguos, ya olvidados.

País de los sueños!; entre tus brumas
hay un claro del bosque encantando
donde danzan los elfos a la luz de la luna.
El niño, sueña y suspira
y despierta por fin en su cuna,
sus ojos se abren asombrados
ante el misterio de los lejanos astros
que muelen el silencio acompasados.

¡Región perdida entre los sueños!
es inútil buscarla en los mapas
o querer precisar con empeño,
pues al despertar, ya se escapa
de la mente del pequeño.

Cariol
















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