viernes, 14 de mayo de 2010


El cuestionario del Centenario de Juan José de Soiza Reilly

Este es el primero del conjunto de textos que estamos preparando para el Bicentenario (no crean que nos olvidamos).

Juan José de Soiza Reilly (1879-1959) fue un importante periodista y escritor de principios del siglo XX en Argentina. La idea que nos trae hasta aquí proviene de la selección de sus textos “Crónicas del Centenario” que publicó la Biblioteca Nacional en 2008 desde la colección Los Raros. En la contratapa del libro se amplía sobre Soiza Reilly “sus crónicas son piezas de coleccionista, llenas de destrezas literarias, juegos estilísticos, drama, humor y exclamaciones. Comienza a trabajar en los inicios de la profesionalización del escritor y consigue vivir de sus escritos en diversos medios de prensa como La Nación, Caras y Caretas y Fray Mocho”,publicó más de cuarenta títulos y se definió como literato, poeta y aventurero”. En realidad estas crónicas que selecciona la BN muestran un vínculo audaz entre la literatura y el periodismo, hoy bastante difícil de encontrar. Para el interesado en crítica literaria, en el interpretador pueden leer un ensayo anterior a esta publicación que habla de sus escritos como una forma precursora del periodismo y el estilo de Roberto Arlt.

Llegando al tema que importa, lo que nos movió del libro fue la encuesta que Soiza Reilly escribe y envía a hombres europeos ilustres para que respondan sobre la Argentina en su Centenario, en 1910. La encuesta (enquête) redactada en francés llega, de este modo, a “literatos, sabios, políticos, poetas y músicos” europeos de todas las regiones, y también a algunos americanos vinculados con el país como Rubén Darío.

En un artículo que Soiza elabora para la revista Caras y Caretas, cuando ya había recibido las respuestas, comenta sobre la ignorancia esperable de los europeos acerca de Argentina: “Un país con sólo cien años de existencia, no tiene ningún derecho para creerse ofendido porque en muchas ciudades europeas de diez siglos de edad se ignore su existencia. (…) Analizando en Europa el conocimiento que allí se tiene de la América Latina, tropiézase a menudo con sorpresas curiosas. En Italia, por ejemplo, la gente obrera, la no que lee, la que no estudia, es la que conoce más profundamente a la República Argentina. En cambio, los hombres de encumbrada posición –tanto pecuniaria como intelectual- hablan de nosotros cual nosotros hablamos de Calcuta…¿Malos? ¿Buenos? ¡Qué se yo!...Sólo sé que es verdad. Pero se explica. La gente pobre está bien informada porque de aquí le enseñan geografía todos esos millones de emigrantes que han venido a enriquecer la tierra y que escriben cartas todas las semanas…En Francia son los escritores, los banqueros y las mujeres quienes saben de nosotros algo más que los mismos hombres de Estado”.

Este es el cuestionario pensado por Juan José de Soiza Reilly y que extenderemos en el año del Bicentenario a quienes visitan la biblioteca por si alguien se engancha:

1º ¿Cuál es su opinión sobre la independencia de la América española, y en particular sobre la República Argentina?
2º ¿Cuál podrá ser, dentro de las ideas que usted cultiva, el porvenir de nuestro país?
3º ¿En qué forma podrán desenvolverse y con qué resultado las ideas que le son más queridas?
4º ¿Tiene usted algo personal o anecdótico que pueda contarnos sobre la República Argentina?


Como se ve la encuesta es simple, pero deja pocas cosas afuera. En definitiva, si bien es cierto que por lo menos la mitad de nosotros tiene sangre indígena, también lo es –figura en cualquier libro de historia- que la otra mitad es sangre europea, y en particular de inmigrantes. Y entonces hay darle un poco la razón a Borges, cuando dice –tal vez nunca lo dijo, igual forma parte de su itinerario- que “los argentinos somos europeos viviendo en América”. Quiere decir que no nos puede resultar difícil responder este cuestionario (no mientan, nos dimos cuenta que no; los argentinos creemos que todo se puede resolver en preguntas de este tipo, abiertas en periódicos, foros y blogs).

Copiamos cuatro respuestas de las recibió el cronista de 1910. De las cien anunciadas en Caras y Caretas, hay algunas colaboraciones insólitas para el país como la del escritor inglés de ciencia ficción H.G. Wells o el ruso Máximo Gorki, la del segundo notablemente lúcida, representando casi una excepción entre las respuestas europeas.



De Máximo Gorki
Capri (Italia), enero de 1910.

El aumento del imperialismo de los Estados Unidos de la América Septentrional, traerá para la América del Sur una grave invasión política y económica. La República Argentina no podrá evitar de ningún modo una colisión –tal vez un fuerte choque bélico- con las tendencias imperialistas de los yanquis.

Creo que este proceso que ejercerá el continente americano, valiéndose del capital de los Estados Unidos de América, principiará sin duda tan pronto como comience a ejecutarse el proyecto del canal de Nicaragua.

Del punto de vista de los intereses del capital, las naciones son los mercados libres de la tierra, donde tiene derecho a proveerse toda la Humanidad. Frente a esto, la independencia de una nación, su cultura, y los esfuerzos que ella despliegue para desarrollar su espíritu, carecen por completo de valor.

Estoy persuadido de que en un porvenir más o menos cercano –tal vez en el siglo XX-, los españoles de América tendrán que soportar un vivo ataque, punible y hostil, del capital de la América del Norte.

No es necesario ser profeta para emitir esta opinión, pues ella surge de toda una serie de hechos reales y de cargos concretos. Además, está basada en la necesidad histórica, que tiende siempre a encadenar el hombre con las fuerzas ciegas y terribles del oro…
¿Qué más podré deciros?

Agradezco, con infinito reconocimiento, a la literatura española, lo mucho que le debo. Sus maestros han tenido una influencia muy grande en la vida de mi corazón. Especialmente y sobre todos, Miguel de Cervantes, cuyo Don Quijote tan querido tiene un alma que se aproxima mucho a nuestra alma rusa.
(…)
De todo lo que sé sobre la América española y de los últimos acontecimientos ocurridos en España con el asunto Ferrer, saco en consecuencia que están muy próximos los días del renacimiento de todas las fuerzas que constituyen el genio nacional español.
¡Qué lleguen pronto tan hermosos días!

MÁXIMO GORKI



Del general Picquart

La grandeza de la República Argentina se debe en su mayor parte a los heroicos guerreros que la civilizaron.

PICQUART




De Jules Lemaitre
París, 1º de marzo de 1910.

Señor:
Le confieso, querido colega, que soy incapaz de responde útilmente a la enquête que tiene usted la bondad de dirigirme. Solamente puedo manifestarle mis simpatías y los votos de prosperidad que formulo por la República Argentina. Lamento que en Francia se conozca muy poco la energía de ese pueblo de guerreros pacíficos.
Ruego, señor, acepte mis homenajes.

JULES LEMAITRE
(De La Academia Francesa)




Del profesor R.A. Reiss, de Suiza

1º Admiro sinceramente la independencia de América Latina y admiro el adelanto económico que experimenta la República Argentina, pero desconfío de su política.
2º La República Argentina será con el tiempo un país completamente civilizado cuando no haya sitio en él para los delincuentes.
3º Las ideas que cultivo podrán dar resultado en la Argentina si se adoptan los métodos modernos de la policía técnica y si el público se habitúa a ver en el policía un amigo que está siempre en pie de guerra contra el ejército del crimen, dispuesto siempre a proteger los bienes y la vida de los habitantes honestos.
4º A la cuarta pregunta nada puedo contestar.

PROFESOR R.A REISS
(Director del “Instituto de la Policía Científica” de Suiza)



Nos despedimos con estas líneas S. Reilly, las que a pesar de venir de un escritor que no tipeaba palabra sin cobrar, pueden resultar un consuelo para el blog:

“con mis libros, he contribuido a que se conocieran muchos talentos que, no obstante estar ya consagrados en el viejo mundo, eran desconocidos para América. Hacer que un libro más, se lea, equivale a desasnar a un hombre. Yo he desasnado a muchos…Este mérito, que es el único que reclamo para el epitafio de mi tumba, pocos lo reconocen. ¡Cobardía!”.

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